El pasado 5 de junio se celebró el certamen de tunas de Barcelona, en el auditorio del Centre Catòlic de Sants. Por supuesto, como en todos los certámenes, hubo polémica por el fallo del jurado y el consiguiente reparto de premios. (Y no lo digo porque Peritos no ganara nada. Nosotros lo pasamos muy bien y con eso tengo bastante). A ver si un día de estos, de una puñetera vez, se acuerda entre las tunas un procedimiento y un baremo para que el jurado pueda puntuar de manera lógica a los participantes.
Sin embargo, yo quiero hacer una reflexión sobre otro aspecto que observé durante el desarrollo del certamen y que a mí me preocupa especialmente. Me preocupa y a veces llega incluso a molestarme. Y me preocupa y me molesta porque creo que es la “punta del iceberg” de una situación que, a mi modo de ver, representa un problema grave para la tuna. O mejor dicho, para lo que yo creo que debería ser la tuna y la imagen debería proyectar.
No es la primera vez que hablo de esto y todos conocéis mi postura al respecto, pero voy a volver a decirlo. Voy a volver a decirlo, porque la mayoría de los que ahora forman la tuna activa en Barcelona, la de Peritos y las demás, no sólo no lo ven como un problema, sino como si les pareciera una virtud y hacen gala y apología de ello. Y como es bien sabido, el primer paso para resolver un problema es reconocerlo como tal. Así que, en este caso, lo veo francamente difícil de arreglar. Y por esto, este aspecto me preocupa y me molesta.
Estamos hablando de un Certamen de Tunas de Barcelona y en el barrio de Sants. Estamos hablando de universitarios (deberíamos aceptar universitarios como miembros de una tuna). Estamos hablando de un público autóctono (si descontamos novias-esposas, madres-suegras y al responsable de las luces, los abuelos que estaban allí sentados eran “gent del barri”).
Pues bien. Ni una sola de las tunas participantes se dirigió en ningún momento al público en catalán. Ningún presentador. Ningún espontáneo. Nadie. Y no me quiero referir a que tampoco nadie incluyó ni una canción en catalán. No es raro cuando se viaja por ahí, incluir en el repertorio una canción del lugar que visitas como deferencia al público, o como simple detalle de elegancia, o como guiño pelotero al jurado, si de un certamen se tratara. Pues tampoco hubo canción. Nada. Y eso que jugábamos en casa.
Pero esto no es lo peor. Más de uno y mas de dos de los que presentaban a sus tunas, hizo mofa del catalán, defendiendo no usarlo porque dado su total desconocimiento, temía generar lío, y otros comentarios de peor gusto.
Como he dicho, ya se que a muchos de vosotros y sobre todo, a muchos de la tuna activa, esto les parece normal, natural y hasta loable. Y ya sabéis que yo pienso todo lo contrario. Y por eso, todo esto me preocupa y me molesta.
Porque sigo pensando que la tuna no es sólo lo que es, sino lo que proyecta. Y la tuna no es nada si no tiene público que la escuche y la acompañe. Y si la imagen que recibe el público sólo resulta agradable para un sector determinado, el público acaba reduciéndose al tamaño de ese sector. Y los futuros pardillos, futuro incierto de la tuna, deberán salir forzosamente de ese sector reducido. El resto está cada vez más lejos.
Insisto en que estábamos en Barcelona y eran (somos) estudiantes en universidades catalanas.
Todos conocéis mi postura al respecto: la tuna no es ni de derechas ni de izquierdas, ni catalana ni española. La tuna es universitaria y universal. Y punto.
Creo que deberíamos cuidar más este aspecto y no caer en la trampa de parecer el escaparate de una determinada opción política. Aunque me temo que quizás sea exactamente eso lo que real y personalmente nos, os, pide el cuerpo…
espontex
(joder que a gusto me he quedado)